Mi madre acaba de estornudar 32 veces. Siempre lo hace en series de 32, y asegura que su padre ejercía 60 veces seguidas. A mí, en lugar de estornudarme, mi abuelo me explicó 60 veces que en alemán hay palabras neutras que en español son masculinas o femeninas y así dicen lo armario en lugar de el armario. De los estornudos no me acuerdo.
Yo sigo en mi cuarto, casi todo el día con la pata parriba, en espera de que el peroné se dé por oficialmente soldado y asegurado. Con la bota cam-walker feniseishon coulderflim and rubickmaiform stereo. Exagero: se llama solo cam walker y es un artilugio para inmovilizar el tobillo de la víctima durante la deambulación (qué bien hablo, eh? Es que deambular es mi vocación y es a lo que más tiempo dedico). En realidad, esta bota de Darth Vader es una férula como la de yeso, solo que se abre y se cierra, se quita y se pone, para ducharte, para ponerte crema hidratante de Mercadona y para mirar a gusto los hematomas que cambian de colores y perfiles. Hematomas que corresponden cada vez menos a la caída y más a la p*** cam walker, que se clava y machaca donde le da la gana. Tiene dentro un abriguito acolchado para la pierna, pero las partes rígidas del exterior son unas hijas de p***.
Es muy entretenida, la cam walker. Para su conservación, hay que tratarla como a un hijo. Cortarle los hilachos que van saliendo de las tiras de velcro, librarla de los pelos de perro (perdón, de mi enfermerita, en la foto de abajo) con ese rulo de papel adhesivo que conocéis los que tenéis perros o gatos, y sacudir de vez en cuando la caspa, la piel seca de la pierna encerrada que se esparce como los polvos de las hadas (mira qué mona soy describiendo la caspa) por la superficie negra de la botaza.
Pero es más fácil capear este temporal y el del estúpido peroné que el de la familia 24 horas sobre 24. Según me dijo el otro día un amigo, sobre las familias está todo dicho. Puede ser y puede no ser. Sobre la humanidad está todo escrito, pero también no. Yo le opongo a mi amigo un argumento (aún no se lo he opuesto, solo lo he pensado): si no hubiera diferencias, adiós cine (ay, el dogma, ay, Bergman), adiós novelitas y adiós psicoanálisis y antipsiquiatría. Yo todavía cabalgo entre Freud, ese rarito cuyas páginas empezaban a amarillear cuando emergió de nuevo para barnizar las consultas, y Foucault, Laing, Esterson y Cooper, que son más de después. Y los psicosomáticos Kornblit y Marty. Todo esto solo es interesante para quienes pensamos que la familia no es que sea patológica de por sí (como creen los que se creen más exagerados), sino que es LA patología.
Por exceso o por defecto, pero casi nunca en la feliz proporción que respetamos en otros ámbitos, qué manía la de los humanos con el clan, frente a todos los animales que se largan a ocupar su propio sitio en cuanto sus patas los mantienen de pie sin ayuda de mamá. Desde Bambi hasta los alemanes.
Pues aquí sigo, con la cam walker y el tronco nutricio de la familia, queriendo salir volando y, de hecho, dos veces en las últimas noches he soñado que volaba. Lo que solo soñaba de niña lo regurgito ahora, de prisionera. Sin embargo, y por suerte, en estas dos ocasiones se trataba de vuelo recreativo.
No, no, sin avión!…
…y venga a disfrutar paisajes pacá y pallá. Y, al igual que en la vida real estoy más cómoda en el agua que en la tierra, en el sueño la comodidad era el aire. Así pues, prefiero flotar (o bucear) y volar. Es decir, estar en suspensión y no pisar la mierda.
A Selma Lagerlöf, que a lo mejor tiene la culpa.
mividadelosotros 